07/10/2013
Ayer leía acerca de las instituciones de
colaboración y como estas podían ayudar a promover sectores si trabajaban de manera eficiente o estancarlos.
Eso me llevó a reflexionar acerca del poder de la cultura y como en nuestro
país es difícil pensar en la palabra colaboración en situaciones normales, no
en escenarios de crisis.
Antes de
proseguir con la reflexión a la que los invito, sería importante saber que es
una “institución de colaboración
(IFC’s)” son entidades que juegan un role de intermediarios diversos
entre las empresas y los gobiernos locales, regionales y nacionales. E
inclusive pueden jugar un papel importante a nivel internacional en apoyo a la
competitividad y productividad de las compañías.
Son
organizaciones o entidades que se unen
para representar a un grupo, trabajar con él y apoyarlo en pro de la
competitividad y el desarrollo del mismo. Esas entidades existen en economías
avanzadas y en desarrollo. Sin embargo, los roles en cada una de las sociedades
difieren dado las características y
necesidades diferentes que tienen ambas.
Recuerdan que la
reflexión giraba en torno al poder de la cultura con respecto a la
colaboración. En nuestro país ese tipo de entidades pueden ser las cámaras y
asociaciones de agremiados. ¿Qué sucede con ellas?, ¿En verdad trabajan en pro
de los agremiados para incrementar la productividad?
Se supone que
estas organizaciones buscan fomentar trabajo en equipo del sector, que sean
como clúster, como redes de trabajo y
ellas fungir como intermediarios que negocien con los gobiernos de los
distintos niveles apoyos, beneficios todo con el fin de ser más productivos y
competitivos como sector.
Sin embargo, en
más de una ocasión esas oportunidades se pierden por buscar, quien está al frente, beneficios
personales que del grupo al que representa, evitando con ello que el objetivo
de mejorar la competitividad se logre. La participación en ese tipo de
asociaciones se ve más como oportunidad política que como oportunidad de apoyo
al gremio o sector.
Esas
asociaciones pueden además de las asociaciones de profesionales y cámaras
comerciales también organizaciones de transferencia tecnológica, los famosos
“think tanks” no lucrativos es decir asesores y asociaciones de alumnos por
ejemplo.
Pero lo
importante es pensar en la razón por la que se une un grupo, ese trabajo
colaborativo a favor de un conjunto y no de unos cuantos. Un trabajo donde se
busque el bienestar del las empresas y no solamente que incremente el número de
agremiados para que el ingreso por
cuotas o membrecía aumente.
Esos puestos u
organizaciones deben de trabajar más por los objetivos comunes que por el
dinero que existe. Le cuesta trabajo a los mexicanos por cultura trabajar y
colaborar en equipo si nosotros de antemano no sentimos que existe un beneficio
directo. Por lo mismo las empresas no participan tampoco y los ciclos de algo
benéfico difícilmente se cumplen entonces.
Ejemplos de
asociaciones que trabajando juntas han
logrado objetivos interesantes para su
gremio, y que no es de un país avanzado, sino de uno muy similar culturalmente
al nuestro, es “Acoplásticos” Asociación Colombiana de Industrias Plásticas que
logró interesantes acuerdos y apoyos para la industria colombiana de plástico y
caucho a nivel internacional y nacional. ¿Si ellos pueden porqué nosotros no?
En colaboración con Miguel Ángel Olivares Urbina. Comentarios a cmccoy@ucaribe.edu.mx y maolivares@ucaribe.edu.mx
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