24/06/2013
Por Dr. Daniel Arias. Universidad
de Granada.
El Monopoly es un juego magnífico
para aprender cual es el funcionamiento básico de las finanzas inmobiliarias.
Aunque en castellano lo pronunciamos como una palabra llana (con el acento, que
no tilde, en la penúltima sílaba), en inglés sería el equivalente a una palabra
esdrújula (es decir, se pronuncia "Monópoly"). En todo caso y
gramática aparte, los jugadores de Monopoly sabemos que hay cinco principios
básicos que establecen el desarrollo de cualquier partida:
1) Si un jugador se hace con la
mayoría de las calles caras, es muy probable que acabe desplumando al resto
tarde o temprano.
2) Los 200 euros que cada jugador
recibe al pasar por la Salida son la base que mantiene el juego vivo.
3) El dueño de las estaciones si
consigue las 4, incluso 3 dirían algunos, puede hacer mucho daño (si además
posee los suministros, ni te cuento...).
4) Ir a la cárcel puede ser
ventajoso en determinados momentos.
5) El que tiene que hipotecar sus
propiedades, es que va "chungo".
Estos cinco principios se
observan perfectamente en la vida real y especialmente en la actualidad
(expreso así mi reconocimiento al creador de Monopoly, Mr. Charles Darrow,
ingeniero, como no podría ser de otra manera, que creó un juego universal tanto
a nivel global como temporal). Veamos uno por uno (tiraré de hemeroteca para
ilustrar algunos hechos, en otros, de rabiosa actualidad, tan sólo haz clic en
las palabras subrayadas):
1) El dinero llama a dinero y el
poder llama a poder. Una vez que te sitúas en una posición predominante es muy
difícil que nadie pueda moverte. En España las estimaciones ponen de manifiesto
que el 10% de la población posee más del 70% de la riqueza. Somos un país muy
desigual a nivel de reparto de la riqueza. Esto conlleva a que en tiempo de
crisis, la clase más pudiente amplíe su renta y las clases medias disminuyan
para engrosar las cifras de la pobreza. Como ya sabes, el que posee las calles
rojas y azul oscuro de Monopoly se forra en cuanto alguien cae en ellas.
2) Para que la economía crezca es
necesario inyectar liquidez. Los bancos han cerrado el grifo de los créditos
dejando a las Pymes y autónomos casi en dique seco y a numerosas familias al
borde de las desesperación. Las empresas no contratan y crece el paro de manera
desorbitada. Nadie recibe sus 200 Euros
al pasar por la casilla de salida, así que la partida no avanza (la economía no
puede crecer ¿cómo si no?).
3) La energía y los transportes
se encuentran en muchos casos en una situación de cuasi monopolio. Los precios
de los carburantes coinciden, y no por casualidad, en la mayoría de las
gasolineras. Con la electricidad sucede tres cuartos de lo mismo. La gestión de
las grandes infraestructuras está en mano de determinadas grandes empresas. Una
buena estrategia en el Monopoly es conseguir las estaciones y los suministros.
Los jugadores novatos tienden a no darles importancia, luego lo pagan, y caro.
4) Una pequeña diferencia entre
el Monopoly y la vida real es que en el juego, mientras estás en la cárcel no
puedes cobrar el alquiler de tus propiedades. Es España esto no es un problema
como ya sabemos. La inactividad en el Monopoly puede ser ventajosa si tienes un
adversario fuerte al que despluman mientras estás entre rejas. En todo caso, en
la vida real, si tienes mucha pasta, puedes contratar bufetes de abogados de
mayor prestigio.
5) En el Monopoly, cuando
hipotecas alguna propiedad obtienes un "préstamo" por valor muy
inferior a su valor de mercado. En la realidad ocurre algo muy parecido,
incluso más dramático. Si no puedes pagar tu hipoteca y llega a subasta,
probablemente no se obtendrá suficiente como para cubrir la deuda y te puedes
quedar sin casa y endeudado. La cosa se pone muy chunga...
La partida de Monopoly termina
cuando uno de los jugadores básicamente arruina al resto (Véase principio
número 1). La economía real, en este aspecto es un pelín más compleja... De
hecho, en el Monopoly, si los jugadores son civilizados, se dan la mano al
final de la partida y tan amigos. En la vida real esto no sucede así,
exactamente...
La cuestión es ¿cuánto tiempo le
queda a la partida? ¿Cuántas vueltas más podemos darle al tablero? Para que
siga habiendo jugadores, la banca (aplíquese este término tanto al juego como a
la vida real) ha de inyectar dinero, las reglas de nuestro Monopoly particular
han de cambiar para que todo el mundo tenga oportunidades (de empleo, de
financiación, de futuro...). Además, los suministros e infraestructuras que
"engrasan" a la economía han de estar disponibles para los ciudadanos
a precios competitivos. La justicia ha de funcionar, ser igual para todos y a
nivel fiscal es fundamental romper el círculo que consigue que los más ricos
tengan más posibilidades de pagar menos impuestos a través de sociedades
internacionales e instrumentos financieros y fiscales que tributan a tipos muy
bajos. Una economía muy desigual hace que los que menos tienen tributen mucho
más en porcentaje que los más ricos. Finalmente, el derecho a una vivienda
digna establecido en la Constitución ha de evitar que una hipoteca sea una soga
de por vida para la clase media.
Son tan sólo lecciones sencillas
que nos aporta un juego de mesa de 1935 y que en esta ocasión compartió con
nuestros lectores el Dr. Daniel Arias, profesor investigador de la universidad
de granada quien impartió talleres con profesores investigadores y estudiantes
de la universidad del Caribe esta semana por lo que nos pareció adecuado
cederle este espacio en esta ocasión para que el compartiera también con
nuestros lectores semanales. En colaboración con Christine Mc Coy y Miguel
Ángel Olivares Urbina. Comentarios a
cmcccoy@ucaribe.edu.mx y maolivares@ucaribe.edu.mx.
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