22/07/2013
Los mexicanos
nos caracterizamos por pensar que las cosas malas nunca nos van a suceder a
nosotros. Quiero llamarlo “positivismo”, es decir, que siempre sabemos verle el
buen lado a las cosas para poder seguir
adelante y en los momentos más difíciles no falta quien invente un chiste
relacionado con la situación.
Pero en
ocasiones cabría cuestionarse hasta donde ese “positivismo” se convierte en
“negación” de un problema y esa actitud no necesariamente es solamente de
nuestros connacionales sino de mucha gente en el mundo.
La compañera que colabora en este espacio
conmigo en su proceso de investigación doctoral
se ha dedicado a estudiar la sustentabilidad y en más de una lectura ha
encontrado autores que hablan de que el planeta ya no puede más y de que
tenemos que cambiar nuestra forma de ser porque lentamente nos acabamos la
tierra.
Las lecturas no
son nuevas, son algunas de diez, inclusive quince años, y ya hablaban de los
problemas que hoy padecemos. Un ejemplo claro de esta actitud “positivista” es
que hace cuarenta y cinco años a los
desarrolladores de Cancún se les advirtió no construir sobre la Duna, sin
embargo, esa sugerencia no fue tomada en cuenta y se pensó “no pasará nada si
construimos sobre la duna, hay mucha playa aún y esta no se va a acabar”. Hoy
las consecuencias las vivimos los cancunenses al ver un destino sin playas como
sucede a la altura de Playa Caracol, donde las olas llegan romper prácticamente
sobre las estructuras de los edificios que ahí se encuentran.
Esa actitud
desenfadada que con algunas cosas se tiene es uno de los grandes defectos de
las empresas y lo que las puede llevar a enfrentar problemas innecesarios, por
el simple hecho de pensar que las cosas les suceden a otros y no a ellos.
Casos podemos
dar muchos, amigo empresario, seguramente en su haber usted tiene alguno en
mente. Pero por sino aquí mencionaremos algunos sobre los que vale la pena
reflexionar, como es el caso de contratar un seguro anti-huracán, porque
estamos en una zona propensa a estos fenómenos y en cualquier momento puede
pegar uno. Entonces mejor pagamos un seguro que proteja nuestro patrimonio, o
un seguro de responsabilidad civil si damos atención al público en general,
como algún hotel, por pequeño que sea, donde un huésped puede sufrir un
accidente y eso nos puede complicar posteriormente mucho.
No se trata de
ser negativos, se trata de invitarlos a seguir siendo positivos pero reconocer
que hay situaciones que pasan y entre más prevenidas se encuentren las empresas
para enfrentar esas situaciones adversas, mejores herramientas tendrán para
salir adelante en los momentos difíciles y a la larga menos costoso les resultará.
La próxima
ocasión que este tentado a pensar “esto no me pasará a mi” recuerde el fenómeno
entrópico que afecta a las playas de Cancún y que gracias a esas palabras se gastaron 230 millones de
pesos en 2010, sin mencionar todo lo que se ha invertido en años anteriores, y
las playas aún no se recuperan y todo porque no se siguió, en su momento, la
sugerencia de construir atrás de la duna. No olvide, quizás lo que pensamos que
ahorramos hoy, puede ser que más adelante nos salga más caro. Comentarios a cmccoy@ucaribe.edu.mx y maolivares@ucaribe.edu.mx. En
colaboración con Christine Mc Coy.
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