Renuncio a la necesidad de tener razón y trabajo en grupo con amor

lunes, 13 de enero de 2014

Tiempos de cambio

12/08/2013
Hace unos años ya me había acercado al mundo del comercio justo y de la economía solidaria y siempre me parecía algo importante. Pero ambos acercamientos habían sido fuera de Cancún. En Cancún había intentos buenos como lo que se hace en la Universidad del Caribe  una vez al mes donde productores ofrecen sus productos directamente en la universidad en un mercado pero quienes acuden siempre lo ven como una “ayuda a las comunidades” y no como la opción de sistema económico.
Sin embargo, este fin de semana se presentó la oportunidad de ir a una feria del trueque que se llevo a cabo en Puerto Morelos y que parece que hay más en diversos puntos del norte del Estado. La experiencia resultó ser interesante porque había productores de habanero, a los que por cierto compre una salcita que tiene un gran pecado…es adictiva. También había hierbas naturales como moringa, neem, frijol y maíz orgánico, stevia natural, amaranto y más delicias.
Además uno de los productores ahí presente dio una plática informativa de su producto el Neem, planta  milenaria de la India, ampliamente utilizada en la medicina ayurvédica, que purifica la sangre y sirve también de fumigante natural. La idea de esta charla era dar a conocer su producto entre los  presentes.
Pero esas cosas no fueron las que más me parecieron importantes. El ejercicio de intercambio solidario, que la asociación libertaria está realizando es sumamente enriquecedor porque es un verdadero trabajo de economía solidaria, donde en lugar de dinero existen las “gracias” una moneda simbólica con la que se pueden obtener los productos.
El principio o fundamento de la economía de solidaridad es que la introducción de niveles crecientes y cualitativamente superiores de solidaridad en las actividades, organizaciones e instituciones económicas, tanto a nivel de las empresas como en los mercados y en las políticas públicas, incrementa la eficiencia micro y macroeconómica, junto con generar un conjunto de beneficios sociales y culturales que favorecen a toda la sociedad.
Los valores que maneja  esta economía, que va directamente relacionada también al comercio justo y la sustentabilidad, son la tolerancia, la libertad, la democracia, la transparencia, la igualdad y la salida hacia un mundo mejor y más repartido económicamente.
Realmente es un cambio que a mí en lo personal me parece que es no solamente interesante sino necesario. Sin embargo, lo envuelven muchos prejuicios  o estereotipos como “los que participan son hippies” y entonces le imprimimos un menor valor de lo que en verdad merece.
Quizás los ejemplos de economía solidaria  realmente exitosos son pocos, pero también es importante analizar desde que óptica se evalúan. La visión monetaria no es parte de la mentalidad de economía solidaria, al contrario  quienes participan en estos proyectos tienen muy claro que es el egoísmo monetario del mundo actual el que nos ha llevado a donde estamos.

Debemos de cambiar la visión personalista por un verdadero enfoque comunitario en todos los sentidos. Si esto sucediera en esta Ciudad nos colocaría aún más alto en el pensamiento colectivo. Sería increíble ser reconocidos no sólo por nuestras bellezas naturales sino también por la solidaridad real de nuestra comunidad. Una solidaridad que en estos momentos es poco observable ya que muchas empresas y ciudadanos concentran sus fuerzas hacia la obtención de sus esfuerzos personales lo que nos convierte en seres humanos egoístas. En colaboración con Miguel Ángel Olivares Urbina. Comentarios a cmccoy@ucaribe.edu.mx y maolivares@ucaribe.edu.mx

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