16/12/2013
Esta semana he
reflexionado mucho y le he dado vueltas al tema que quiero compartir con
ustedes. Finalmente me decidí a
reflexionar acerca de una noticia que
leí el pasado lunes, donde se comentaba en un estudio del Centro de Estudios
Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados (Cesop), que el salario
mínimo se cayó 90%. ¿Por qué me llamó la atención?
En efecto la
vida hoy es más cara que en 1982, cuando un kilo de tortillas costaba aproximadamente
un peso con veinte centavos, y con un salario mínimo de entre 61 y 67 pesos hubiera
sido posible comprar 51 kilos de tortilla. En la actualidad, el kilo de
tortillas está en $ 11 pesos, por lo que apenas llegamos a comprar con ese mismo salario mínimo un poco más de 5
kilos.
Quizás la
noticia no le impacte por el ejemplo de las tortillas o porque pueda pensar que
nadie “vive” con un salario mínimo. Lo pongo entrecomillado porque hay quien piensa que ese vive significa
“nadie recibe un salario mínimo”. Pero para sorpresa de algunos hay quien si
recibe un salario mínimo y con eso TIENE que vivir.
¿Porque es
preocupante esta situación del desplome del poder adquisitivo? Resulta
inquietante porque nuestros dirigentes hablan de que México va mejor. Se
mencionan muchos proyectos de inversión, se destaca la estabilidad
macroeconómica, la baja inflación, el que ya no han existido devaluaciones tan
severas y crisis como las que el país vivió en el pasado.
Pero la realidad
es que no solamente la tortilla es un
producto que ha subido de precio, sube cada mes la gasolina, el huevo etc. Una compra de supermercado sencilla semanal,
sin lujos, para una familia de cuatro personas no baja de 800 pesos, sino es
que un poco más y el salario real no sube.
Entonces me
pregunto ¿Dónde están las bondades de la estabilidad económica para los
mexicanos? En efecto más inversionistas extranjeros ven atractivo el país
gracias a ese control económico, ¿pero la solución a la baja inflación y no
devaluación es la baja calidad de vida de los mexicanos?
El hecho de que
suban los precios, de que el ingreso real se deteriore, de que la pobreza
incremente es una manera de afectar la
calidad de vida de los ciudadanos que viven en esa nación, aunque los
indicadores macroeconómicos que los grandes inversionistas internacionales
observan, digan otra cosa.
Hay una relación
perversa entre inflación y desempleo, y esta es que a mayor desempleo menor
inflación. Aquí al parecer no ha sido a través del desempleo que se ha
controlado la inflación ha sido mediante la pérdida de poder adquisitivo de los
consumidores, otra relación perversa.
¿Es eso lo que queremos para México? En colaboración con Miguel Ángel
Olivares Urbina comentarios cmccoy@ucaribe.edu.mx
y maolivares@ucaribe.edu.mx
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