En mis espacios
libres, que son pocos entre clases que
doy, clases que tomo y una tesis doctoral,
me escapo a las sesiones de filosofía que hacen unos amigos en la
Universidad. Esta semana retomaron un
tema que a uno de ellos le apasiona: la inteligencia artificial. Esa teoría de
Alan Turing donde diserta acerca de la posibilidad de que las máquinas piensen
y sientan igual que un humano en el futuro.
A muchos puede
causarnos ruido ese hecho pero lo que sí es un hecho es la dependencia que día
a día incrementa hacia el uso de las máquinas y lo vulnerables que por lo mismo
nos podemos volver. Sin pensar en si estás máquinas de manera intencional
pueden sentir o controlar el mundo, si nos hacen perder en ocasiones mucho
dinero de una manera en la que no nos percatamos.
Tengo un nuevo juguete, una Ipad Mini y decidí
ayer bajar unas aplicaciones, bueno había unas claves de “seguridad” que como siempre se me habían
olvidado y no pude hacerlo. Lo deje y hoy en la mañana continúe en mi intento y
tampoco pude lograr nada después de cambiar dos veces las claves y entrar a
cuanta área de soporte en la página de Apple. Después de hora y media, casi
dos, me rendí porque decidí que tenía que trabajar.
En ocasiones
queremos que las máquinas nos solucionen la vida y nos encantan esos gagets
como ipads, teléfonos inteligentes, mini
laps entre muchos otros. Sin embargo, no nos percatamos del tiempo que se pierde en
ellos y que en lugar de incrementar nuestra productividad la disminuyen.
Un ejemplo, hoy
perdía casi dos horas en mi terquedad de bajar unas aplicaciones porque según
yo me ayudarían a tener mejor uso del equipo. Si le ponemos valor monetario a
esos 120 veinte minutos, digamos cincuenta centavos, perdí $60 pesos, sin
contar las horas que ayer le dedique a esa misma situación y no logre nada.
Nuestros
escritorios hoy parecen equipos de la NASA con super pantallas, computadora
portátil, Tabletas y celulares inteligentes y en ocasiones no nos damos cuenta
cuánto se está perdiendo por atender a las redes sociales, al messenger o
simplemente por acordarnos de esas claves de seguridad que nos darán
acceso a los sistemas que deseamos usar.
Tener máquinas
que nos faciliten la vida es fabuloso, lo que en ocasiones no suena tan
fantástico es que esa inteligencia artificial llega a solicitar tantas claves
para poder funcionar adecuadamente que en lugar de apoyar se puede convertir en
un verdadero lastre.
En lo personal
me cuesta trabajo pensar en la teoría de Turing y que las máquinas nos van a
sustituir y serán tan inteligentes que nunca fallarán. Finalmente atrás de
ellas estamos los humanos y en ocasiones los errores que cometamos nosotros
además de hacerlas trabajar mal a ellas nos representará un impacto económico
aunque no lo deseamos admitir.
Por eso muchas
otras razones relacionadas con la productividad laboral, creo que es importante
aprender a usar las máquinas, más no hacernos dependientes de ellas. La frase de tiempo es dinero es verdadera y
no nos percatamos cuanto tiempo perdemos luchando o jugando con esas máquinas
“inteligentes” y el dinero que esto representa. Comentarios cmccoy@ucaribe.edu.mx
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