Cuando era pequeña me llamó la
atención escuchar a una persona mayor referirse a México como “El cuerno de la
abundancia”. México es un país muy rico, me decía, tiene selvas, mares,
desierto, petróleo, minerales y muchos recursos más como abundante flora y
exótica fauna.
Esa persona no se equivocó. Me
queda claro que México es un país rico en recursos naturales. Pero así como
sucede con el dinero los recursos se deben de administrar y cuidar, sino
desaparecen y su recuperación es siempre tarea más difícil.
Reflexionar en este breve espacio
acerca de la riqueza y abundancia mexicana sería tarea más que imposible pero
si podemos concentrar nuestros esfuerzos reflexivos en un contexto más
específico como nada más las playas de Cancún.
Hace 45 años teníamos 25
kilómetros, de los que 308 mil 892. 34 m² correspondían a 14 playas públicas,
para uso y disfrute de los habitantes y visitantes de esta ciudad.
Paulatinamente el tiempo, los huracanes y el abuso fueron depredando esas
playas.
En la actualidad el destino turístico
tiene poco más de 26 mil 790.65 m² de playas públicas, algunas simplemente son
un pequeño acceso que apenas se percibe y que dificulta la entrada a las
personas.
Es importante señalar que para
que una playa sea considerada pública su uso de suelo debe estar bien definido
como “playa Pública” y no como S1 que es servicios turísticos recreativos donde de repente aparece algún local
comercial que se justifica como ese uso de suelo, pero ya no es playa. Con lo que se ha perdido
la principal razón que inicialmente hizo famoso a Cancún internacionalmente.
Hoy
en el Plan de Desarrollo Urbano de 2014-2030 se han dejado solo dos playas
señaladas como “playa pública” (Corales y lo que queda de Delfines). Lo que
sucedió con las playas es el vivo ejemplo de una mala administración de la
abundancia gracias a los excesos de unos cuantos. Situación que no sólo
perjudica a esos cuantos, sino a todos los ciudadanos de la ciudad.
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